Desde los
albores de la historia de la Iglesia de Cristo, la Biblia ha recibido múltiples
lecturas e interpretaciones, e incluso hay quienes se han atrevido a buscar
“mentiras o contradicciones en la Biblia”, y otros, más osados, han acusado a
Dios de inmoral, esclavista, machista, misógino, asesino, terrorista y opresor,
y todo por una equivocada interpretación de algunos textos de la Biblia, o por
una lectura errónea o parcial de esta colección de libros, cuyo espíritu inspirador
es la educación en el amor, cuyo propósito es eminentemente moral y religioso y
su carácter educativo.
Los libros
que la componen fueron escritos en distintas épocas, con diferentes estilos y
propósitos diversos, por lo cual hacer la lectura correcta no es cuestión de un
hombre sino de una comunidad, que no solo debe leerlos en su conjunto sino que
debe contrastarlos con la tradición y la historia de la humanidad, para
hallarle sentido. Así hay en la Biblia libros históricos, sapienciales, alegóricos,
cuentos, anécdotas, profecías, cánticos, y dentro de todos estos estilos hay
centenares de moralejas, no todas explicitadas, pero que se aplican a todos los
hombres y mujeres de todos los tiempos.
Creo que la
interpretación libre de la Biblia es a menudo errónea porque en muchos casos
obedece a la falta de discernimiento acerca del origen y desarrollo de esta colección
de libros, a la falta de conocimiento acerca del contexto sociocultural en el
cual se produjo cada texto, a que algunos hacen interpretaciones guiados más
por sus propios intereses para justificar sus acciones o las acciones de otros,
aunque vayan en contra de la voluntad divina, y otros porque simplemente buscan
la destrucción de la fe judeo-cristiana que consideran una filosofía opresora o
coartadora de las libertades individuales, y no quieren reconocer el gran
aporte de la fe a la humanidad.
Por las erróneas
interpretaciones hechas a la Biblia, surgieron múltiples herejías, todas ellas
nacidas de intentos humanos por ponerle sentido y racionalidad al relato
bíblico, muchas veces con noble intención y otras con propósitos oscuros, como lo
he señalado, para dividir a la Iglesia Católica para destruirla, y otras veces
por ignorancia.
Las libres
interpretaciones de la Biblia hacen parte de la combinación de todas las formas
de lucha que buscan destruir a la Iglesia de Cristo desde que Jesús nació. La
antigua persecución contra la Iglesia de Cristo comienza con las libres
interpretaciones de la Biblia que no son cuestión de nuestros tiempos sino que
ya se daban desde el antiguo Testamento y que se manifestaron en el surgimiento
de sectas judías como los fariseos, intérpretes fundamentalistas de la Torá, y
cuyos descendientes son los judíos ortodoxos,
los saduceos, que negaban la vida eterna y que son los propagadores del
ateísmo, y los zelotes que esperaban un Mesías guerrero que los liberara de las
opresiones imperialistas bajo las cuales habían estado por siglos, para dominar
al resto de la humanidad por la fuerza y que son ahora los líderes de la
izquierda en todo el mundo.
La
persecución anticristiana es liderada por las sectas satánicas y utiliza la
famosa combinación de todas las formas de lucha, estrategia de las filosofías
ateas, que niegan a Dios, aunque saben perfectamente de su existencia, pero aun
así propagan su inexistencia como una de sus formas de lucha, en un intento por
socavar la conciencia de los jóvenes que serán sus soldados en la guerra contra
la religión que es lo único que los ha mantenido frenados en su propósito de
someter al ser humano a la peor y más tirana de las dictaduras y al más
humillante de los estados: la esclavitud total.
Desde la
Época de Jesús, la infiltración ha sido la primera estrategia para destruir a
la Iglesia Católica, y por eso desde dentro de ella se gestan los más fuertes
atentados que buscan dividirla para poder destruirla, pero las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella. Por eso no es extraño que desde los
mismos púlpitos de nuestra amada Iglesia, los agentes del mal desmientan la
Palabra de Dios, la tergiversen, la reduzcan, la fragmenten y calumnien al
Espíritu Santo, y por eso otros, más honestos, simplemente se alejan y crean
sus propias Iglesias, cuando ya los instructores los han corrompido y les han
enseñado la libertad individual por encima de la voluntad de Dios, como esencia
del cristianismo, y les han convertido en adoradores del poder, del placer y
del dinero, que son la trinidad satánica. Eso fue lo que sucedió con Enrique
VIII y su hija Isabel I de Inglaterra, y con Martin Lutero y sus seguidores que
fundaron las Iglesias liberales en donde está permitido el matrimonio de los
sacerdotes y de los homosexuales. Con Calvino, la estrategia fue contraria:
mostrar a Dios como un tirano que ha decretado desde el principio la salvación
o la condenación de quien a Él se le antoje por predestinación y por eso de
nada vale el sacramento del perdón. Y así surgieron otras corrientes intermedias
como las de Swinglio, John Smith, etc., que solo amaban el dinero y el poder y
querían ser ellos mismos dioses para manipular la voluntad de su feligresía.
Cuando ya se
había cumplido lo anunciado por Jesús acerca de la destrucción de Jerusalén
ocurrida en el 70 por las legiones de Tito, los judíos reunieron un concilio en
Jamnia, para discutir el tema, pero no aceptaron a Jesús como Mesías pese a
todas las pruebas, porque ellos esperaban un Mesías guerrero que llevara a
Israel al poder sobre todo el mundo, ya que su visión fundamentalista no
admitía interpretaciones al libro sagrado. Buscaron entonces en los textos de
la septuaginta, que era la Biblia oficial en aquellos tiempos, todo aquello que
pudiera hacer referencia a Jesús como Mesías o que demostrara su calidad de
Hijo de Dios, y decidieron suprimir estos libros afirmando que no eran inspirados,
con el propósito de generar la duda para que desaparecieran estos importantes
textos que demuestran que en Jesús sí se cumplió todo lo dicho por los profetas
acerca de quién era Él y cambiaron el sentido a algunas palabras para desmentir
la realidad de Jesús. Como resultado suprimieron siete libros y los tildaron de
apócrifos y que se conocen como los deuterocanónicos que siguen en la Biblia
Católica.
Es inmensa la
responsabilidad que pesa sobre quienes suprimieron estos libros, porque debido
a ello, los judíos, testigos de Jehová, sionistas y musulmanes, principalmente,
solo ven a Jesús como un profeta, y lo peor es que por la misma razón, cerca
del 85% de los israelitas en la actualidad son ateos pues el Antiguo Testamento
sin el Nuevo no tiene sentido, ya que es Jesús con su vida y predicación quien
le da ese sentido del cual carece si no reconocemos que Él es el Hijo de Dios
vivo que nos salvó del Infierno al enseñarnos la única verdad acerca del
sentido de la vida humana.
La gran
mayoría de los protestantes ignoraron este detalle anticristiano y acogieron
únicamente los libros que los judíos aceptaron, y le sumaron el Nuevo
Testamento, escrito por los apóstoles Pedro, Juan, Santiago y Mateo, y por discípulos
de los Apóstoles como Pablo discípulo de Ananías y Bernabé, y Marcos, discípulo
de Pedro y Lucas, discípulo de Pablo que escribió casi todas las cartas
apostólicas.
Otros perseguidores
del cristianismo producen libros, escritos, películas y vídeos, supuestamente
científicos, apoyados por la masonería, intentando destruir la obra apostólica
con supuestas investigaciones arqueológicas y artículos pseudocientíficos que
son apoyados por La National Geographic, History Channel y otras compañías,
cuyos dueños son miembros insignes de la masonería y el satanismo, identificados
como grupos humanistas, que no dudan en aprobar cuanto les signifique debilitar
al Vaticano y llenar sus cuentas en los bancos de Suiza y otros paraísos
fiscales. Sabemos muy bien que ellos lograron tener un éxito parcial en el pasado
y como testimonio de ello existen muchas Iglesias que se dicen llamar cristianas,
aun negando la divinidad de Jesús de Nazaret, sus milagros, su resurrección y
ascensión al Cielo, y su presencia real en la Sagrada Eucaristía, que es una de
las pocas verdades que el hombre tiene a su alcance, y negando mandatos de
Jesús, como los sacramentos, con lo cual lo niegan o dicen de manera tácita que
Jesús fue un mentiroso y sus apóstoles unos farsantes que desaparecieron su
cadáver para simular una resurrección y la ascensión al Cielo, y esto es un
pecado contra el Espíritu Santo.
Sobre los que
niegan alguna de estas verdades recordemos lo que dice Pablo en la Carta a
Timoteo:
Los hilos
oscuros de la división que ya están ejecutando los infiltrados en el clero
católico, a través de las facultades de Teología, van más allá de lo religioso
y se sitúan en la arena de lo político, porque los que detentan el poder saben
que una Iglesia poderosa espiritualmente es para ellos una seria amenaza, y es
un aglutinante eficaz de fuerzas humanas, superior al poder de las naciones más
ricas y poderosas militarmente, que podría en algún momento ser un bloque de
resistencia formidable para impedir los oscuros propósitos de Satanás, que
comienzan por esclavizar al hombre para hacerle sufrir más y hacerle alejarse
de Dios y culparle de sus desgracias, propagando un equívoco venenoso que es
“la voluntad de Dios”, para que el ser humano se rebele contra esa premisa, que
ha sido muy mal manejada, interpretada y utilizada.
El interés de
las potencias por no permitir la unidad nacional en ningún país del segundo y
tercer mundo, busca mantener el statu quo, para hacerlos más débiles frente a
la penetración cultural en donde viene camuflado el veneno del libre
pensamiento que alimenta todas las formas de anarquía y hace a los países
susceptibles a la dominación total, por la dependencia total. Por eso los
agentes del mal, desde sus curules en los senados y cámaras de todo el mundo, han
conseguido la llamada libertad de cultos y, en donde no, pugnan por conseguir
este derecho, porque inventando iglesias, evitan la unidad que Dios ha querido
en torno al nombre de Jesús y en torno a la autoridad de un solo pastor: el
Papa de Roma. Su propósito lo han conseguido en todos los países de occidente y
ellos son los responsables de que no haya una identidad religiosa en casi
ningún lugar de occidente, lo cual hace más débiles a las naciones del segundo,
tercer y cuarto mundo, frente a las decisiones y al poder político y económico
de las 6 superpotencias dominantes, y frente a los musulmanes y otras naciones
en donde las religiones son la base de su fuerza. Fuerza que busca expandir
errores a toda la humanidad como veremos más adelante.
Todo indica
que la ONU tiene un interés muy grande por quitarle status al Vaticano, como un
primer paso hacia una secularización del mundo o la abolición de toda religión,
de manera que la guerra sistemática de las potencias de occidente contra los
musulmanes, no es únicamente política y económica para presionar la salida a la
crisis económica por la que pasan los Estados Unidos y la Unión Europea, sino
un oscuro plan para acabar con una de las religiones más fuertes del mundo, lo
cual sería el primer paso para abolir también el Catolicismo y las demás
creencias religiosas. Una vez el mundo esté secularizado completamente, le
resultará más fácil a los dirigentes de las potencias dominarlo y ejercer toda
la tiranía de los más ricos sobre las muchedumbres miserables, como ha sido
siempre, pero esta vez con un agravante: serán ellos los que determinen de
manera unilateral el aborto, la eutanasia y los matrimonios gay como formas legales de controlar el crecimiento
demográfico, arguyendo el problema de una boca más que alimentar sin recibir de
ella un aporte a la humanidad, la inutilidad de las personas después de cierta
edad, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, a la elección de las
preferencias sexuales y la diversidad sexual, para lo cual hacen ingentes
esfuerzos desde los medios en donde les dan protagonismo y poco a poco van
segregando a las personas normales, rotulándolas de heterosexuales cuando la
verdad es que las personas son hombres o mujeres y ese término es
discriminatorio, y que los casos de presencia de ambos sexos en una persona son
raros y tratables con cirugía.
En virtud de
tales circunstancias, en la actualidad, algunos críticos han intentado por
diversos medios contradecir las verdades de la Palabra de Dios, basando sus
argumentos en la razón humana, como lo hicieron en el pasado los herejes, sin
reconocer que la razón humana tiene unos límites que están precisamente
determinados por las limitaciones sensoriales del hombre, pues para ellos como para
todas las personas que se declaran eminentemente racionales, lo que no se
percibe sensorialmente sencillamente, no existe, y como la Biblia no es un
libro hecho para que lo interpreten esta clase de personas, porque escapa a la
racionalidad común y al pensamiento científico, entonces con esos argumentos
absurdos la atacan.
Para evitar
esto, Jesucristo fundó una iglesia y solo una, y no escogió para ello
precisamente a hombres de ciencia, sino a humildes pescadores que sólo
comprenderían a plenitud su mensaje tras la visita del Espíritu Santo en
Pentecostés. Recordemos cuando
Jesús pregunta a sus discípulos: «¿Qué
dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». 14
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y
otros, Jeremías o alguno de los profetas». 15 «Y
ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». 16
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo». 17 Y Jesús le dijo: «Feliz de
ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la
sangre, sino mi Padre que está en el cielo. 18 (Esto quiere decir
que la fe de Pedro es lo que lo convierte en el cimiento de la Iglesia de
Cristo, pero continúa el relato) Y yo te digo: Tú eres Pedro,
(que quiere decir piedra) y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá
contra ella. 19 (Vemos con absoluta
claridad que Jesús anuncia que sobre la cabeza de Pedro será edificada la
Iglesia, y en ninguna parte dice que cada apóstol fundará una o podrá hacerlo,
y además añade) “Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos.” Lo cual quiere
decir que sólo él, como jefe de la Iglesia que Jesús le encarga fundar, podrá
determinar las condiciones para que la gente entre en el reino de los Cielos y
lo afirma enseguida diciendo: “Todo lo que ates en la tierra, quedará
atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo». 20 Esto es contundente:
Pedro el líder de la Iglesia de Cristo, el primero de los Papas tendrá el poder
de atar o desatar en la tierra lo cual es el innegable encargo de detentar el
poder sacerdotal. Atar y desatar en tomar decisiones y revocarlas, es decidir y
retractarse cuando sea necesario. Para terminar, Jesús ordena “severamente
a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Mc. 8. 27-30 Lc. 9. 18-21
Para que no quede duda con respecto al pontificado de Pedro que algunos pretenden discutir, en todos los textos del Nuevo Testamento, siempre que se nombra a los apóstoles se menciona de primero a Pedro, como es usual cuando se saluda a un grupo jerarquizado. En todo acto público, siempre nombran primero a la máxima autoridad presente, luego a los demás y eso es así en los Evangelios, Cartas Apostólicas y Hechos de los Apóstoles. Pedro siempre de primero.
El Nuevo
Testamento fue escrito por los apóstoles Mateo, Marcos, (dirigido por Pedro), Lucas
(discípulo de San pablo) y Juan, entre los años 50 y el 64. En los textos de
los Hechos de los Apóstoles, escritos por San Lucas, el ilustre médico apóstol
de Pablo y quien mejor indagó la vida de Jesús mediante entrevistas a la Virgen
María y los demás testigos directos de la vida y resurrección de Jesús, escribió
también los Hechos de los Apóstoles en donde se hace mención a la elección de
obispos, presbíteros y diáconos que son nada menos que la jerarquía de la Iglesia
Católica con lo cual se corrobora que es la misma que desde el Vaticano nos
dirige desde entonces, respaldada por la tradición que es la riqueza de la cual
carecen las sectas cristianas, sin la cual no habríamos conocido el Evangelio,
ni nosotros y mucho menos ellos.
La palabra
anciano por indicar simplemente lo avanzado de la edad, no puede ser la
traducción adecuada para presbítero, como pretenden las Biblias protestantes,
sino que debe acogerse al significado de presbiterio que es el lugar próximo al
altar de los sacrificios a donde no tenían acceso todas las personas, sino
aquellas con autoridad. En este sentido la traducción de anciano es la de
autoridad, pues al anciano se le reconoce la autoridad sobre el que es menor en
edad. Esto nos indica que estos ancianos, mencionados como presbíteros,
miembros del consejo que tenían acceso al altar, se encargaban de los
sacrificios o sea que eran sacerdotes. No había otra razón para estar dentro
del presbiterio o alrededor del altar sino para consagrar los sacrificios y
proclamar la palabra. Por eso presbítero es sinónimo claro de sacerdote, pues
la palabra sacerdote significa el que ofrece sacrificios y eso es lo que hacen
los sacerdotes.
Los diáconos
cuya traducción es ministros del servicio religioso, fueron elegidos por los
apóstoles para servir en las mesas la comunión y en los altares llevar el pan y
el vino o las hostias y el vino para su consagración, y podían predicar la
palabra. "Entonces
los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que
nosotros dejemos la palabra de Dios, para "servir" a las mesas.
Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio,
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, "a quienes encarguemos de este
trabbajo." (Hechos 6, 2-3)
La tradición
afirma que Pedro fue el primer Papa de Roma. Por eso las claves para comprender
la Biblia no están al alcance de todo el mundo, muchas veces ni siquiera de los
mismos teólogos de la Santa sede, cuando ellos se han alimentado más de las fuentes
de las ciencias humanas de la filosofía, que de la espiritualidad divina que
emana del amor a Dios a través de su Espíritu Santo.
Nos
preguntamos entonces si ¿Realmente las claves con que se ha venido leyendo e
interpretando el texto sagrado, por parte de estas sectas y de no pocos
teólogos, han sido enfocadas al mensaje Cristiano de amor infinito de Dios? ¿Realmente quienes buscan mentiras en la
Biblia están empapados del conocimiento suficiente para saber que la Biblia no
es un texto común sino un texto sagrado inspirado por DIOS y que por lo tanto
debe ser leído según el marco religioso que le sustenta y según los diferentes
contextos, estilos y géneros que fueron utilizados para escribirla? ¿Saben
acaso que la Biblia no es un libro sino una colección de libros escrita a
través de miles de años por muchos autores, que tuvieron para hacerlo
diferentes inspiraciones y que se basaron en sus propias vivencias místicas y
humanas y en la tradición oral? Probablemente haya una orientación acertada,
dirigida por algún sector conservador de teólogos católicos que desde el
magisterio de la Iglesia han llegado a la mejor aproximación interpretativa,
gracias a la larga tradición de la Iglesia y al testimonio irrefutable de los
Apóstoles que entregaron su vida al martirio y a la muerte, sosteniendo lo que
sus ojos vieron y lo que sus oídos escucharon de boca de Jesús a quien vieron
morir y resucitar, pues de no haberlo visto, con seguridad se habrían
retractado ante la persecución salvaje a la que fueron sometidos por judíos y
romanos. Nadie se haría matar por una mentira o por un asunto de importancia
menos trascendental que el ganar a cambio de la vida terrena una vida eterna
llena de inefable felicidad.
Como miles de
cristianos en casi 300 años de persecución, el apóstol San Bartolomé, no habría
pasado por el martirio terrible de ser desollado vivo, de ser salado su cuerpo
en carne viva y luego echado a freír en una caldera de aceite hirviendo, si no
hubiese visto a Jesús Resucitado o si hubiese tenido alguna duda acerca de la
naturaleza de Jesús el Hijo de Dios resucitado, después de su crucifixión y
muerte. Esta es la fe que sostiene a nuestra Iglesia y que la mantendrá
incólume hasta la consumación de los siglos, y por la cual tenemos que
prepararnos para la guerra que ya se libra en los medios de comunicación y que
pronto se materializará en una salvaje persecución contra nosotros.
Para aumentar
nuestra fortaleza, recordemos que no fue solo San Bartolomé quien dio su vida
por la verdad de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sino que todos y
cada uno de los apóstoles de Jesús pasaron por el martirio excepto Juan. San
Ignacio de Antioquía supo que sería comido por los leones y no se retractó para
salvar la vida, como tampoco lo hicieron San Pedro, crucificado en Roma, así
como cientos de miles de cristianos en los tres terribles siglos de persecución
que comenzaron con Nerón en el año 63 y que fueron continuados por casi todos
los emperadores hasta Constantino I, con quien cesó definitivamente el primer
genocidio contra la Iglesia Católica Romana, del cual nadie habla.
Estas
verdades sustentadas con los testimonios de vida han sido enriquecidas con la
experiencia ganada en dos mil años de persecución, de aciertos y equivocaciones
y gracias al juicio infalible de quienes tienen bajo su responsabilidad las
llaves del Reino de los Cielos, entregadas primero a San Pedro y luego de este
a sus sucesores, San Lino, Cleto I, Clemente I etc.
Muchos de los
textos Bíblicos han sido tomados a la ligera y el temor del magisterio a
fracasar en sus pronunciamientos poniendo en tela de juicio su infalibilidad,
hace necesario que sea del seno de la comunidad laica comprometida, de quienes
deban brotar argumentos que confronten las teorías científicas y los juicios
sobre las Sagradas Escrituras, tachadas y minimizadas por la comunidad pseudo-científica
y por algunos filósofos y escritores materialistas que han encontrado en ese
temor del magisterio su principal fortaleza para sembrar el ateísmo, la
incredulidad, el escepticismo espiritual y el reinado de la confusión, la
anarquía y el mal en el mundo, para llenarse de dólares con la venta de su
basura literaria. Mal que incluso se ha colado en los conventos, seminarios y teologados,
haciendo fallar a los más avezados teólogos, que se dejaron contaminar con el
ecumenismo que amenaza la integridad de nuestra Iglesia. Esto, porque muchos
han convertido la teología en una ciencia del estudio de Dios, cuando a Dios
como verdad suprema y única, no se le puede someter al juicio humano a la luz
del racionalismo sino que debe tenérsele por verdad absoluta sustentada sólo
por la fe en la escritura Sagrada, y no queda una opción diferente a la de
creer en absolutamente todo lo que Él dice o estar en su contra.
Por eso es
que entre los mismos teólogos modernos, incluidos sacerdotes católicos, hay
quienes de una u otra manera han llegado con sus interpretaciones a socavar la
fe de muchos creyentes porque ellos mismos han dejado de ser un testimonio de
fe, por pretender reducir las cosas de Dios a lo meramente humano y científico,
lo cual los ha llevado por el triste sendero de un ateísmo que no confiesan
pero practican. Dicen creer y no creen
porque no se trata de decir creo sino de demostrarlo con hechos como hicieron
los mártires de la Iglesia.
Muchos
incluso niegan la existencia del Cielo, del Infierno, del Purgatorio y del
Demonio, con lo cual están invitando de manera indirecta a la gente al pecado y
a entregarse al mal, pues si no existe nada de esto ¿para qué privarnos de los
placeres del mundo y de ejercer la libertad que nos ofrece abandonar las
limitaciones de la moral y la ética? Ay
de aquellos que así predican.
La ciencia,
señalada desde el principio de la Biblia como ese árbol que produce frutos que
llevan a la muerte, sigue alimentando aún a nuestros sacerdotes, que incluso no
ven la seria amenaza del materialismo y de la teoría de la Evolución. Lo que todos parecen ignorar es que la
ciencia entró en crisis hace ya bastante tiempo y que para la ciencia las
verdades de facto tampoco existen, por lo que el tema de lo que es la verdad es
insostenible para la misma ciencia cuyas leyes quedan por el suelo cuando la
física cuántica nos muestra que la razón misma está por fuera de los límites de
lo humanamente racional y posible, y que el modelo de investigación científica
ha tenido que acomodarse a nuevas verdades que sencillamente no tienen
explicación racional como la existencia de lo infinito y de la nada, a partir
de la cual Dios lo creó todo. Ese
reconocimiento científico de la existencia de la nada lo cual en si mismo
parece una contradicción, simplemente convalida la primera gran verdad de la
Biblia… que Dios creó todo de la nada y que la nada y el todo coexistían y
coexisten contra todo pronóstico de la razón, como lo prueban los recientes
hallazgos en torno a lo que son los agujeros negros en donde la materia llega a
hacerse nada y luego a expandirse para crearse de nuevo, como manipulada por
una inteligencia fuera de toda lógica humana pero verídica.
La única
razón y la única verdad es la manifestación de Dios entre nosotros es decir,
Jesucristo, y como Él es la única verdad, la razón humana debe plegarse a la fe
sin cuestionar a Dios y sin pretender explicarlo con las razones humanas que no
tienen ninguna validez. En este sentido la razón se ha convertido en las
tinieblas por las que transitamos, pero ella misma nos ha mostrado esta otra
verdad que Jesús nos había señalado en sus parábolas: que Él es el camino, la
verdad y la vida. Lógicamente para los
científicos y filósofos, esta verdad sustentada en la fe es inaceptable pero es
la verdad por encima de la razón para la que ya nada es verdad.
Este escrito no
pretende ser la verdad porque la única es Jesucristo, lo que busca esta obra es
únicamente y con humildad y sencillez, iluminar a los creyentes e incrédulos hacia
el Reino, dispersando un poco las tinieblas que cunden al lado de las
construcciones humanas, de las teorías científicas, de las novelas
pseudo-históricas y de ficción que pretenden desvirtuar las verdades de nuestra
fe y de los discernimientos filosóficos ateos que cada día ganan más adeptos.
Pretende también arrancar de las garras del demonio a tantos jóvenes y adultos,
que ignorantes de las pretensiones del enemigo de DIOS se dejan desviar del
verdadero sendero hacia el cielo o caen en sectas, atraídos por los aparentes
bienes que el príncipe de este mundo les ofrece.
En este libro
analizaremos en lo posible todos los textos del Génesis, que de una u otra
manera contienen una orientación o una pedagogía religiosa relevante. Muchos textos serán tocados solamente a
manera de referencia pues parece que son de carácter eminentemente histórico o
poético, de manera que nuestro trabajo se centra en los textos que consideramos
pedagógicos por excelencia y les da una lectura interpretativa, siempre a la
luz del mensaje Cristiano, que consideramos como el único sustrato válido para
una hermenéutica de la Sagrada Escritura.