sábado, 19 de agosto de 2017

La pertinencia, alcance y factores de éxito de los Proyectos Educativos Institucionales frente a los desafíos del siglo XXI

La pertinencia, alcance y factores de éxito de los Proyectos Educativos Institucionales frente a los desafíos del siglo XXI
por
Profesor: Carlos Julio Acuña Álvarez
     Parafraseando al profesor Álvaro Castrillón (2017), cuando la Ley 115 de 1994 en su artículo 73 determinó que las instituciones educativas de la básica y la media debían gestionar un Proyecto Educativo Institucional (PEI), éste no detalló debidamente el proceso de construcción ni un modelo a seguir, de suerte que según el leal saber y entender de cada institución, surgieron los PEI que aún sirven de modelo a todas las instituciones educativas de la básica y la media. El Ministerio de Educación Nacional (MEN), tampoco indicó que el PEI debería basarse en un modelo de planeación organizacional, ya que las entidades educativas son empresas y como tales deben tener en cuenta los principios gerenciales. Así, lo que se creó fue un plan, con el nombre de proyecto, que comprende varios proyectos, pero que tiene una estructura insuficiente ya que no presta mayor atención a los principios administrativos, ni a las áreas operativas y funcionales necesarias para guiar el desempeño de la organización educativa (Castrillón, A, 2017). Esto plantea una serie de retos a los gerentes educativos que necesariamente tendrán que reemplazar a los rectores, dado que muchos de ellos carecen de la formación requerida para administrar adecuadamente una institución educativa, entendida como organización, y en un contexto en el que el concepto tradicional de educación y pedagogía está cambiando, de suerte que se necesita un verdadero gerente, formado en el conocimiento de las organizaciones y de la gestión estratégica, y preparado, además, para asumir los retos propios de la educación, que a continuación vamos a presentar. Enfocarse en este tema será la tarea de las facultades de administración que, a decir de Castillón (2017), son las que deben proporcionar el personal para asumir los cargos directivos de las empresas educativas, pues hasta ahora, las facultades de educación están enfocadas en el currículo y la pedagogía, no en la administración y ahí está el primer gran desacierto.
     Para Carlos E. Vasco (2006), la educación en Colombia afronta siete grandes retos: el primero es el de “Ambientar la educación en la cultura política y económica colombiana, como la inversión pública más rentable.” (Vasco, 2006). Visto así, el reto para el gerente educativo consiste en formular y evaluar los PEI, bajo los paradigmas de los sistemas administrativos, de manera que respondan al concepto organizacional de inversión y no de gasto, y que partan de un diagnóstico de 360°, que ubique a la institución en la realidad del mundo globalizado y en los retos, desafíos y tendencias mundiales, de manera que pueda mejorar la gestión del conocimiento para orientar adecuadamente los proyectos de vida de sus clientes internos y externos, presentando proyectos y programas de impacto a los entes territoriales para obtener los recursos con los que se puede brindar calidad con cobertura y pertinencia. Tristemente pocos rectores formulan proyectos en la búsqueda de esos recursos, como dice el profesor Castrillón (2017), y el presupuesto destinado a esto no se ejecuta, perdiéndose la oportunidad de obtener mejoras en infraestructura y servicios que garanticen una mejor calidad en la educación, entendida ésta como aquella que proporciona las herramientas y estructuras mentales para afrontar con éxito los retos y tendencias del mundo globalizado.
     Para responder al segundo reto propuesto por Vasco (2006), de articular cobertura con calidad y evitar así las deserciones, motivadas por la percepción de inutilidad de la educación, es necesario que el gerente diseñe, no solo estrategias motivacionales capaces de cambiar esta manera de pensar pesimista, sino, sobre todo, que enfoque la misión y visión de su institución en respuestas contundentes frente a este reto, y las respuestas son proyectos y programas adecuados y pertinentes, que respondan a ésta realidad innegable de la inutilidad de la educación frente a los cambios que se están gestando en el mundo globalizado, dinámico, automatizado y necesitado de nuevos enfoques e innovaciones, que permitan a la gente rediseñar sus proyectos de vida y acomodarlos a esos cambios frenéticos, no solo en lo tecnológico sino más aún en lo cultural que implica transformaciones en los estilos de vida y de trabajo. Por eso es necesario diseñar programas y enfoques propedéuticos, en todos los niveles de la educación, que desarrollen en los usuarios la creatividad para la satisfacción de nuevas necesidades que apenas están comenzando a manifestarse, porque surgen de esas innovaciones y transformaciones culturales, de manera que garanticen a los estudiantes encontrar fuentes de empleo suficientes en nuevas labores que tendrán gran demanda en el futuro próximo.
     En cuanto al tercer reto, propuesto por Vasco (2006), enseñar por competencias es una necesidad que requiere del decidido empuje del gerente educativo que tiene que implementar programas de capacitación y entrenamiento a sus docentes para constituir equipos capaces de abordar, apropiar y poner en práctica este enfoque de manera eficiente, con el fin de desarrollar el pensamiento complejo y la creatividad en los estudiantes, para hacerlos capaces de gestionar su propio conocimiento y desarrollar sus talentos enfocados en un proyecto de vida beneficioso para toda la sociedad.
     Para oficiar la ética y la moral, reducidas hoy por el relativismo a percepciones personales amorales, es importante que desde la construcción de la cultura organizacional, el gerente lidere ese proceso, para lo cual deberá abandonar los eufemismos que se han puesto de moda, lo cual solo ha conducido a hacer contubernio con la corrupción de las costumbres y la amoralidad que se legalizan y hacen sentir la falsa sensación de inocuidad a todo aquello que realmente destruye a la sociedad desde sus bases más profundas, como caballos de Troya, en aras de una mal entendida tolerancia y liberalidad, que promueven acciones claramente antiéticas. No se puede “Conciliar el pluralismo y el amoralismo posmoderno con la enseñanza de la convivencia, la ética, la moral, la democracia y la ciudadanía, y con la enseñanza de la religión.” (Vasco 2006), sin caer en conductas inmorales.
     La necesidad de reformular el concepto de calidad, tiene mucho que ver con la percepción de inutilidad de la educación en un país en donde hay ingenieros y profesionales de otras ramas desempeñando oficios de operarios, en tanto que sus jefes, que son generalmente personas con poca formación académica, son dueños de estas empresas. Éste hecho alimenta esa percepción negativa con respecto a la educación e incentiva la deserción escolar y, finalmente, el aumento de las bandas criminales, del narcotráfico, la rebelión y la prostitución.
     Observando lo anterior, el primer gran reto que compete al gerente educativo es tener la amplitud de campo mental para entender que la institución educativa ya no es solo una entidad prestadora de servicios educativos, sino que tiene que ser una fuente constante de construcción de conocimiento y cultura y que en esa tarea es necesario estar a la vanguardia de las innovaciones y fomentar e inculcar la cultura de la investigación y la creación, para responder a los retos y tendencias del mundo globalizado, con el fin de desarrollar ese tipo de productividad como algo inherente a las entidades educativas. Para ello será necesario que las instituciones educativas tengan un departamento de investigación con semilleros en donde se forme a los estudiantes en esa disciplina, de manera que se impulse el desarrollo de estas formas de pensamiento complejo; será la única forma de responder al PND que pretende fomentar el índice de patentes del país (PND 2104-2018, p 167).
     Al lado de la gestión  del conocimiento, es necesario tener claridad acerca del entorno mundial, no solo local, para adecuarse y adecuar la visión y los objetivos institucionales, enfocándolos en la misión de formar el futuro del país, de manera que éstos no caduquen pronto frente al desenfrenado avance de la ciencia, la tecnología y las transformaciones culturales derivadas de ellas, para no perder la ventaja competitiva que tiene que construirse desde una correcta interpretación de la realidad presente y de la futura, comprendiendo sus nuevos desafíos e interpretando sus tendencias.
     Este hecho constituye uno de los principales retos con los que se encuentra el Gerente Educativo, cuyo campo de acción en esta sola línea abre tanto el horizonte de posibilidades de desarrollo profesional, que vale la pena ser gerente educativo; no solo por la necesidad de sus buenos oficios en la revisión estructural de lo que debería ser el PEI, sino por el bien que esta reestructuración representa a la comunidad a la que sirven las instituciones educativas.
     La consideración de un entorno extremadamente dinámico en todas las dimensiones tanto de la cultura como de la innovación, hace que la estructuración de un PEI tenga que partir de principios gerenciales y que el papel del antiguo rector, como lo conocemos, comience a evidenciarse como un oficio que está en vías de extinción, dado que por su formación, los rectores no cuentan con las herramientas necesarias para dar a la institución educativa el manejo de perfil empresarial que el nuevo orden implica.
     Ya hemos esbozado una de las principales dificultades de los PEI y sabemos que sus limitaciones parten de esa concepción episódica de la realidad que deja como base de construcción un diagnóstico parcial del micro-entorno, olvidando la dinámica el macroentorno y de la globalización de la cultura, y de la falta del desarrollo de los elementos básicos que componen los procesos administrativos, por lo que se hace necesario la revisión estructural del “mal llamado PEI”, en palabras del profesor Álvaro Castrillón Lopera (2017).
     Una vez contemplados estos elementos habremos completado los factores de éxito de un PEI, y tendremos una ruta segura para su reformulación, partiendo, desde luego, de ese diagnóstico amplio y enfocado en las perspectivas y tendencias de futuro, ya que no planeamos la educación para el pasado ni para el presente sino para el futuro.
     Haciendo una primera aproximación a cada uno de los componentes del PEI, podemos identificar los factores de éxito del mismo, y observar que no todos son desarrollados con profundidad en las instituciones educativas, sino que se limitan a esbozos que dan margen a errores e interpretaciones, porque no se sostienen en cifras y estudios sino en percepciones y opiniones. El componente de fundamentación, por ejemplo, adolece de lo que dijimos arriba: no hay un diagnóstico de la realidad con una mirada holística de 360°, que permita prever escenarios futuros para planear en función de las necesidades y tendencias de desarrollo profesional de los estudiantes, que se avizoran, como si planeáramos para el presente.  
     Si miramos el componente administrativo, encontramos que los PEI de la mayoría de las instituciones no desarrollan aspectos fundamentales como la construcción técnica de una marca, el desarrollo de un mercado objetivo, que apenas se da de manera natural por los costos educativos y algunas ventajas competitivas como el bilingüismo y la infraestructura. Tampoco podemos afirmar que en los PEI se formulen las estrategias de comunicación y desarrollo del talento humano, los planes de negocios  y marketing propias de las organizaciones, y tampoco se tienen políticas claras y completas frente al proceso de contratación y desarrollo del personal, siendo el factor humano crítico para el éxito de las empresas de servicios, y más en educación.
     Podría afirmar que el componente pedagógico curricular y comunitario, son los factores de éxito en que se concentran casi todas las instituciones educativas de la básica y la media, de suerte que los demás apenas se esbozan. Lo que preocupa es que si no se construye adecuadamente el componente de fundamentación, no podemos esperar un componente pedagógico curricular que responda a las necesidades de formación para el futuro que la sociedad demanda.
     Para concluir, considero que el Ministerio de Educación Nacional está en mora de reorientar y hacer una auditoría a los PEI de las instituciones educativas, comenzando por darle un nombre adecuado a los mismos, ya que el PEI no es un proyecto sino un plan que debe tener todos los elementos arriba mencionados de los procesos administrativos, áreas funcionales, e indicadores adecuados de evaluación, que les permita ser organizaciones eficientes, cuyo desarrollo redundará en beneficio de la calidad educativa. Es recomendable que a todo el personal directivo se le exija la formación en administración de instituciones educativas, como condición sine qua non para regentar una Institución Educativa (IE), de suerte que estos procedimientos se realicen de manera profesional y se garanticen así las buenas prácticas gerenciales.

Referencias

Castrillón, Á. (2017, mayo 9)  Sistema Administrativo. Apuntes de clase. Uniminuto.
Vasco, C. E. (10 de Marzo de 2006). Siete Retos De La Educación Colombiana Para El Período De 2006 A 2019. Medellín: Universidad EAFIT. Recuperado de: http://www.eduteka.org/RetosEducativos.php