ANÁLISIS DEL CAPÍTULO 22
Sacrificio de Isaac
1 Después que pasaron estas cosas probó Dios a Abraham, y le dijo: “Abraham,
Abraham.” Y respondió él: Aquí me
tenéis, Señor. 2) Díjole: “Toma a Isaac, tu hijo único, a quien tanto amas, y ve a la tierra de visión: y allí me lo ofrecerás en
holocausto sobre uno de los
montes que yo te mostraré.”
La prueba que
exige Dios a Abraham es muy grande y es inconcebible que un ser humano sea
capaz de obedecer semejante exigencia. Sin embargo, esta prueba superada por
Abraham, será la razón por la cual Dios también entregue a su Hijo único para
salvar a la humanidad de la que es el digno representante Abraham, con todas
sus virtudes y defectos. Un hombre cuya fe supera todo lo admisible, porque si
bien entre las tribus precolombinas los padres entregaban a sus hijos para ser
sacrificados a los ídolos, con toda seguridad no lo hacían sino bajo la
coacción de las tropas del tirano de turno, como quedó demostrado cuando muchas
tribus sometidas a esto, como los talxcaltecas, se aliaron con Hernán Cortés
para derrocar a la casta sacerdotal azteca que les quitaba sus hijos para
sacrificarlos, cuando no contaba con prisioneros de guerra o sencillamente
tomaba a los niños para sacrificarlos al ídolo Tláloc[1].
De hecho, el éxito de la conquista española de América se debió a estas
alianzas y podríamos decir que los conquistadores españoles fueron para la
inmensa mayoría de las tribus verdaderos libertadores, en la medida en que los
liberaron de las tiranías sanguinarias de los caciques, los sacrificios humanos
y la antropofagia ritual y cultural.
3 Levantándose, pues, Abraham antes del alba, aparejó su
asno: llevando consigo dos mozos y a Isaac su hijo. Y cortada la leña
para el holocausto, encaminóse al lugar que Dios le había mandado. 4)
Al tercer día de camino, alzando los ojos,
divisó el lugar a lo lejos, 5) y dijo a los mozos:
Aguardad aquí con el jumento: que yo y mi hijo subiremos allá
arriba con presteza, y acabada nuestra adoración, volveremos luego a vosotros.
En estos versos se
nos muestra en qué consiste la adoración a Dios. La adoración no es ir a una
reunión a leer e interpretar la escritura, a hacer cánticos de alabanza,
exorcismos, liberaciones, oraciones y escuchar una predicación; no, la
adoración es ofrecer un sacrificio de sangre. Lo demás es alabanza y nada más,
como lo veremos a lo largo del análisis de toda la Biblia.
6) Tomó también la leña del
holocausto, y cargóla sobre su hijo Isaac: y él llevaba en las
manos el fuego y el cuchillo. Caminando así los dos juntos,
Isaac cargando la
leña prefigura a Cristo que cargó el madero de la cruz en que sería
sacrificado.
7) dijo Isaac a su padre: Padre mío. Y
él respondió: ¿Qué quieres, hijo? Veo, dice, el fuego y la leña; ¿dónde está la víctima del holocausto?
Aquí se ratifica
que para que haya adoración debe existir una víctima que debe ser desangrada y
luego quemada. Incluso los pueblos más primitivos siempre lo creyeron y
entendieron así, y por eso había sacrificios humanos entre muchas culturas de
la antigüedad, especialmente en América, como lo señalamos arriba, y por eso
satanás exige aún hoy día, a sus prosélitos, sacrificios humanos, porque el
sacrificio de sangre es la única forma de adoración que existe; lo demás es pura
reverencia, alabanza y oración. De ahí se colige que los sacrificios que
ejecutaban tribus como los aztecas, mayas, e incas, entre otras, eran
sacrificios al demonio, lo cual hace impensable e inadmisible la sola idea de
querer volver a admitir las tradiciones religiosas de los pueblos amerindios y
que la iglesia las apruebe, como pretenden los grupos indigenistas extremos,
influidos por la ideología de la nueva izquierda.
La última cena
solo fue la primera parte del holocausto de Cristo en la Cruz. Su cuerpo no fue
quemado porque se transformó en cuerpo glorioso al resucitar, y su cremación se
efectuó en el momento de la resurrección cuando se fusionó su cuerpo de carne
con su cuerpo glorioso: en eso consistió el holocausto y por eso agradó a Dios,
porque al resucitar el cuerpo material cambiaba su naturaleza mortal para
adquirir por completo la sobrenatural que nos hará inmortales.
8) A lo que respondió Abraham: Hijo mío,
Dios sabrá proveerse de víctima para el holocausto. Continuaron, pues,
juntos su camino: 9) y finalmente llegaron al lugar que Dios le
había mostrado, en donde erigió un altar, y acomodó encima la leña; y habiendo atado a Isaac,
su hijo, púsole en el altar sobre el montón de leña.
Vemos aquí prefigurada
la crucifixión. El altar será el Calvario y sobre la leña que es la cruz será
clavado Jesús.
10) Y extendió la mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo. 11 Cuando he aquí que
de repente el ángel del Señor gritó del cielo, diciendo: Abraham, Abraham. Aquí me tienes, respondió él.
12) “No extiendas tu mano sobre el muchacho, prosiguió el
ángel, ni le hagas daño alguno: que
ahora me doy por satisfecho de que temes a Dios, pues no has perdonado a tu
hijo único por amor de mí o por
obedecerme.”
Vemos de nuevo un elemento que se mantendrá en la iglesia a
perpetuidad. Para adorar a Dios es necesario el sacrificio, y para realizarlo
es necesario el altar y la víctima. Sin esos elementos no hay adoración; por lo
tanto la única iglesia que adora a Dios
es la católica, porque es la única que mantiene esta tradición, pues solo en
ella se hace el sacrificio perpetuo en donde las palabras de Jesús en la última
cena convierten el pan y el vino en su cuerpo y sangre, porque Él es la única víctima
agradable a Dios para sacrificar y así adorar a Dios de verdad. Adorar es más
que amar y por eso al intentar sacrificar a su hijo, Abraham demuestra a Dios
que le adora porque está dispuesto a sacrificar a su hijo amado.
Los que cuestionan lo que ha hecho Dios con Abraham, ignoran que una de
las cualidades atribuidas a Dios es la eternidad, de manera que Dios actuó
justamente porque sabía desde el principio que Abraham sí sería capaz de sacrificar
a su hijo para así adorarle, y que si llevó todo hasta este punto fue para que
quedara escrito como una enseñanza para nosotros. ¿Acaso alguno de nosotros
será capaz de sacrificar a su hijo por amor a Dios?
En este texto se nos revela el inmenso amor de Dios que nos ama cuando
ofrece a su Hijo Jesucristo para salvarnos. En eso consiste el amor de Dios, en
que, al igual que Abraham, nos demostró un amor insuperable porque nadie ama
más que quien da la vida por los que ama.
13 Alzó Abraham los ojos, y vio
detrás de sí un carnero enredado por las astas en un
zarzal, y habiéndole cogido, le ofreció en holocausto
en vez del hijo. 14)
Y llamó este lugar Moriah, esto es,
el Señor ve y provee. De
donde hasta el día de hoy se dice: En el monte, el Señor verá y proveerá.
La bondad de Dios no le permite que aquel que le ama tanto, tenga que
sacrificar a su hijo y entonces provee un carnero que es una imagen de cristo,
el cordero de Dios que será sacrificado por nosotros.
15 llamó el ángel del señor por segunda
vez desde el cielo a Abraham, diciendo: 16) “Por mí mismo he jurado, dice el Señor: que en vista de que has hecho esta acción, y no has
perdonado a tu hijo único por amor de mí, 17) yo te llenaré
de bendiciones, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y
como la arena que está en la orilla del mar: tu posteridad poseerá las ciudades
de tus enemigos, 18) y en un
descendiente tuyo serán benditas todas las naciones de la
tierra, porque has obedecido a mi voz .
La obediencia y la
fe de Abraham es inconcebible, pero es esa obediencia la que demuestra que amó
más a Dios que a su hijo, y por eso Dios le retribuye enviando a su Hijo Jesús
que es el cordero que Dios proveerá como única ofrenda agradable a Él.
La profecía
anunciada a Abraham se cumple hoy cuando los judíos son los dueños de las
ciudades de todo el mundo porque controlan a la ONU. Falta ver si han sido
fieles a la promesa: Dios les ha cumplido, pero y ellos… ¿habrán cumplido con
seguir la senda del Señor o se habrán apartado de ella?
19 Volvióse Abraham a sus criados, y
fuéronse juntos a Bersabee, en donde
habitó.
20 Después de
estas cosas, tuvo Abraham noticias de que Melca también había parido hijos a Nacor, su hermano: 21) Hus, el
primogénito, y Buz, hermano de éste, y Camuel, padre de los siros, 22) y Cased,
y Azau, Peídas también, y Jedlaf, 23) y, en fin, Batuel, de quien nació Rebeca: estos ocho parió
Melca a Nacor, hermano de Abraham.
24) Una mujer segunda,
llamada Roma, le parió a Tabee, Gaham, Taas y Maaca.
Algo sobre lo que
pocos reparan es en Roma, la segunda esposa que tuvo Nacor, el hermano de
Abraham y que dará nombre a la ciudad pagana en donde se asentará la iglesia
primitiva que será perseguida desde tiempos de Nerón hasta el año 313 cuando
Constantino prohíba la persecución mediante el Edicto de Milán.
[1] Supuesto
dios de la lluvia de los aztecas a quien sacrificaban miles niños pequeños;
juzgaban que entre más lágrimas derramaran antes de morir, abundaría la lluvia necesaria
para las cosechas.
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