martes, 14 de enero de 2020

ANÁLISIS DEL CAPÍTULO 18 DEL GÉNESIS


ANALISIS DEL CAPÍTULO 18
Dios se  aparece a Abraham
1  Apareciósele de nuevo el Señor en el valle o encinar de Mambre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el mayor calor del día. 2) Sucedió, pues, que alzando los ojos, vio cerca de sí parados a tres personajes; y luego que los vio, corrió a su encuentro desde la puerta del pabellón, y les hizo reverencia inclinándose hasta el suelo. 3) Y dijo: Señor, si yo he hallado gracia en tu presencia, no pases de largo a tu siervo, 4) mas yo traeré un poco de agua, y lavaréis vuestros pies, y descansaréis a la sombra de este árbol. 5) Y os pondré un bocado de pan, para que reparéis vuestras fuerzas: después pasaréis adelante: pues que tal vez por esto os habéis dirigido hacia vuestro siervo. Ellos respondieron: Bien, haz como has dicho.
En estos versos se prefigura la naturaleza trinitaria de Dios, porque hablan al tiempo. Pero es que Dios se presenta con otros dos personajes, como tres personas distintas, pero Abraham ya conoce el rostro de Dios; de otra manera no habría corrido a postrarse a sus pies. Lo extraño es que no se postra a los pies de uno sino de los tres. Tal y como está escrito el texto, ellos prefiguran a las tres personas de la Santísima Trinidad, ya que, en principio, no se distingue entre los tres personajes a un ser distinto que sea el único Dios. Más tarde veremos que era Dios acompañado de dos ángeles. Pero, en esta parte del relato, no se distingue quién es quién, hasta que se separan.
 6) Abraham entró corriendo en el pabellón de Sara, y le dijo: Ve pronto, amasa tres satos o celemines de harina de flor y cuece unos panes en el rescoldo. 7) Y él mismo fue corriendo a la vacada, y cogió de ella al ternerillo más tierno y gordo, y diole a un criado, que luego le tuvo aderezado. 8) Tomó también manteca y leche, y con el ternerillo cocido, se lo presentó: mientras tanto, estaba él en pie junto a ellos, debajo del árbol. 9 En habiendo comido, le preguntaron: ¿En dónde está Sara tu esposa? Ahí está, respondió, dentro de la tienda. 10) Díjole uno de ellos: Yo volveré a ti sin falta dentro de un año por este mismo tiempo, si Dios quiere, y Sara tu mujer tendrá un hijo. Al oír esto Sara, se rió detrás de la puerta de la tienda.
Cuando uno de aquellos hombres dice “si Dios quiere”, no sabemos claramente si es uno de los ángeles, quien habla, refiriéndose al Padre o al Hijo que está allí materializado, o es el Hijo refiriéndose al Padre que no está visiblemente allí.
Veamos lo que sigue.
 11) Es de considerar que ambos a dos eran viejos y de avanzada edad, y a Sara le había faltado ya la costumbre de las mujeres. 12) Rióse, pues, secretamente, diciendo para consigo: ¿Conque después que ya estoy vieja y mi señor lo está más, pensaré en usar del matrimonio? 13) Y dijo el Señor a Abraham: ¿por qué se ha reído Sara, diciendo: Si será verdad que he de parir siendo tan vieja? 14) Pues qué, ¿hay para Dios cosa difícil? Al plazo prometido volveré a visitarte por este mismo tiempo, si Dios quiere, y Sara tendrá un hijo. 15) Negó Sara, y dijo llena de temor: No me he reídoMas el Señor replicó: No es así: sino que te has reído.
Aquí se ratifica que el que habla es Dios, porque dice que el Señor es quien habla y cuando luego el mismo Señor dice: “si Dios quiere” no es sino ratificación de existencia de las tres personas de la Santísima Trinidad, como lo señalamos arriba y queda claro que el que está allí y dice: “si Dios quiere”, es el Hijo.
En estos versos, también se destaca la falta de fe de Sara y la seguridad de Dios al asegurar lo que indefectiblemente sucederá. Sin embargo, es entendible la duda de Sara, dadas las circunstancias, pero Dios mostrará su gran poder y esa es la otra enseñanza de este capítulo: que para Dios nada hay imposible.
Ruega Abraham por la Pentápolis
16   Levantados de allí aquellos tres varones, dirigieron su vista y sus pasos hacia Sodoma: y Abraham los iba acompañando, hasta despedirlos.
17) Y dijo el Señor: “¿Cómo es posible que yo encubra a Abraham lo que voy a ejecutar:   18) habiendo él de ser cabeza de una nación grande, y tan fuerte, y benditas en él todas las naciones de la tierra *? 19) Pues bien sé que ha de mandar a sus hijos y a su familia después de sí, que guarden el camino del Señor, obren según rectitud y justicia: para que cumpla el Señor, por amor de Abraham, todas las cosas  que le tiene prometidas.”
Estos versos nos enseñan cómo Dios revela a los justos, lo que va a hacer.
20) Díjole, pues, el Señor: “El clamor de Sodoma y de Gomorra se aumenta más y más, y la gravedad de su pecado ha subido hasta lo sumo. 21) Quiero ir y ver si   sus  obras   igualan   al clamor que ha llegado a mis oídos; para saber si es así o no.”
Estos versos nos enseñan que el pecado de sodomía es muy grave, y eso disgusta profundamente a la comunidad LGBT que pretende que Dios tolere su maldad y perversión que será.
22) Y partiendo de allí dos de ellos tomaron el camino de Sodoma. Abraham, empero, se  mantenía  aún  en  pie delante  del Señor. 23) Y arrimándose, le dijo: “¿Por ventura destruirás al justo con el impío?
24) Si se hallaren  cincuenta   justos   en   aquella   ciudad, ¿han de perecer ellos también? ¿Y no perdonarás a todo el pueblo por amor de los cincuenta justos, si se hallaren en él? 25) Lejos de ti tal cosa, que tú mates al justo con el impío, o sea aquél tratado como éste, no es eso propio de ti: tú que eres el que juzgas toda la tierra, de ningún modo harás tal juicio. 26) Y díjole el Señor: “Si yo hallare en medio de la ciudad de Sodoma cincuenta justos, perdonaré a todo el pueblo por amor de ellos.” 27) E instando Abraham, dijo: Ya que una vez he comenzado, hablaré a mi Señor, aunque sea yo polvo y ceniza 28) Y ¿qué?, si faltaren cinco justos al número de cincuenta, ¿destruirás la ciudad toda entera, porque no son más de cuarenta y cinco? Y respondió: “No la destruiré, si hallare en ella cuarenta y cinco.” 29) Replicóle de nuevo: Y si se encontraren en ella cuarenta, ¿qué harás? “No la castigaré, respondió, por amor de los cuarenta.” 30) Suplicóte, Señor, le dijo, que no te enojes si prosigo hablando: ¿Y qué, si se hallaren allí treinta? Respondió: “No lo haré, si hallare allí los treinta.” 31) Ya que he empezado una vez, dijo, hablaré a mi Señor: ¿Y si se hallaren veinte? “No la destruiré”, respondió, por amor de los veinte. 32) Ruégote, Señor, prosiguió, no te irrites, si aún hablare esta sola vez: ¿Y si se hallaren allí diez? A lo que respondió: “No la destruiré, por amor a los diez”. 33) Y se fue o desapareció el Señor, luego que acabó de hablar con Abraham: el cual se volvió a su casa.
La intercesión de Abraham por los pecadores es una muestra de la efectividad de nuestras oraciones por los demás, pero existe un límite como queda manifiesto en el texto, por eso, no siempre el Señor se abstendrá de castigar a los impíos, para preservar a los justos si estos son los suficientes para detener su mano justiciera y alcanzar su misericordia para todos. Sin embargo, cuando tenga que castigar, hará lo necesario para que los buenos no sufran lo mismo que los pecadores, como podremos ver en el siguiente capítulo.

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